jueves, 31 de julio de 2008
Material Reunión de Agosto: La Humildad
HUMILDAD
La vida oculta de Jesús en Nazaret no fue brillante, ni famosa, ni con ningún prodigio visible a los ojos de los hombres. Fue una vida humilde. No ocurre en aquel tiempo nada extraordinario. Lo verdaderamente extraordinario es precisamente que sea Dios aquél que vive con normal sencillez.
Tanto en Belén como en Nazaret destaca la humildad con que Dios quiere manifestarse en Jesús. La cueva de Belén y el establo en que es recostado el Niño se convierten en una auténtica cátedra que nos habla de humildad. También la vida sencilla de Nazaret enseña la misma lección. En los dos lugares Dios nos habla silenciosamente a gritos paro que nadie se equivoque, y pueda seguir un camino distinto al de la humildad.
Después, durante su vida pública, enseñando como Maestro explicará de muchos modos a vivir la humildad; pero, como mejor lección, se pondrá a sí mismo como modelo: “aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón”. Toda su vida pública aunque esté llena de hechos prodigiosos de milagros y de masas que le siguen, es una vida humilde en lo externo y en lo íntimo. El hecho final de su vida pasible será una gran humillación: morir en la cruz como un malhechor.
¿Qué es la humildad?
¿Por qué es tan necesaria para vivir moralmente bien?
¿Por qué Dios le da tanta importancia en. la Redención, incluso en los detalles más pequeños?
La respuesta es clave para entender la lógica nueva que Dios quiere restablecer en el mundo.
En un primer paso podemos decir que la humildad es lo contrario al orgullo, al amor propio, al egoísmo, a la soberbia, modos diversos de llamar a esta mala raíz de muchos pecados. La humildad es vivir en verdad, como decía Santa, Teresa de Jesús. Por eso la humildad se opone a esa mentira radical que es la soberbia. El humilde ve la realidad como es, sin engaños ni deformaciones egoístas, El humilde ve lo bueno como bueno, lo malo como malo y lo mediano como mediano. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. Cuando localiza algo malo en su vida puede corregirlo, aunque el diagnóstico o la cura le resulten dolorosos. El soberbio al no aceptar, o no ver, ese defecto no puede corregirlo, y se queda con él. El soberbio no se conoce o se conoce mal.
Los grados de la humildad:
1º conocerse
2º aceptarse
3º olvido de si
4º darse
1 Conocerse.
Primer paso: conocer la verdad de uno mismo.
"Conócete a ti mismo". La Biblia dice a este respecto que: es necesaria la humildad para ser sabios: Sin humildad no hay conocimiento de si mismo y" por tanto, falta la sabiduría. La soberbia, que siempre está presente dentro del hombre, ensombrece la conciencia, embellece los defectos propios, busca justificaciones a los fallos y a los pecados. No es infrecuente que, ante un hecho" claramente malo, el orgullo se niegue a aceptar que aquella acción haya sido real, y se llega a pensar: "no puedo haberlo hecho", o bien "no es malo lo que hice", o incluso "la culpa es de los demás".
2 Aceptarse.
Una vez se ha conseguido un conocimiento propio más o menos profundo viene el segundo escalón de la humildad: aceptar la propia realidad. Resulta difícil porque la soberbia se rebela cuando la realidad es fea o defectuosa.
Aceptarse no es lo mismo que resignarse, si se acepta con humildad un defecto, error, limitación, o pecado, se sabe contra qué luchar y se hace posible la victoria, Ya no se camina a ciegas sino que se conoce al enemigo. Dentro de los, hábitos o costumbres, a los buenos se les llama virtudes por la fuerza que dan a Jos buenos deseos; a los malos los llamamos vicios, e inclinan al mal con más o menos fuerza según la profundidad de sus raíces en el actuar humano, Es útil buscar el defecto dominante para poder evitar las peores inclinaciones con más eficacia. También conviene conocer las cualidades mejores que se poseen no para envanecerse, sino para dar gradas él Dios, ser optimista y desarrollar las buenas tendencias y virtudes.
3 Olvido de sí.
La mayoría de la gente vive pensando en si mismo, "dándole vuelta" a sus problemas. El pensar demasiado en uno mismo es compatible con saberse poca cosa, ya que el problema consiste en que se encuentra un cierto gusto incluso en la lamentación de los propios problemas.
El que consigue el olvido de si está en el polo opuesto del egoísta, que continuamente esta pendiente de lo que le gusta o le disgusta. Se puede decir que ha conseguido un grado aceptable de humildad. El olvido de sí conduce a un santo abandono que consiste en una despreocupación responsable. Las cosas que ocurren "tristes o alegres" ya no preocupan, solo ocupan.
4 Darse.
Este es el grado más alto de la humildad, porque más que superar cosas malas se trata de vivir la caridad, es decir, vivir de amor, Si se han ido subiendo los escalones anteriores, ha mejorado el conocimiento propio" la aceptación de la realidad y la superación del yo como eje de todos los pensamientos e imaginaciones. Si se mata el egoísmo se puede vivir el amor, porque o el amor mata al egoísmo o el egoísmo mata al amor.
En este nivel la humildad y la caridad llevan una a la otra. Una persona humilde al librarse de las alucinaciones de la soberbia ya es capaz de querer a los demás por sí mismos, y no sólo por el provecho que pueda extraer del trato con ellos.
Cuando la humildad llega al nivel de darse se experimenta más alegría que cuando se busca el placer egoístamente. La única vez que se citan palabra de Nuestro Señor del Evangelio en los Hechos de los Apóstoles dice que se es mas feliz en dar que en recibir. La persona generosa experimenta una felicidad interior desconocida para el egoísta y el orgulloso.
¿Cómo he de llegar a la humildad? Por la gracia de Dios. Por eso hemos de desearla y pedida incesantemente, convencidos de que con esta virtud amaremos a Dios y seremos capaces de grandes empresas a pesar de nuestras flaquezas.
Aprendemos a ser humildes meditando la Pasión de Nuestro Señor, Visitándolo en la Sagrada Eucaristía donde espera que vayamos a verle y hablarle.
Meditando la Vida de la Virgen María y uniéndonos a ella en oración. La mujer mas humilde y por eso también la escogida de Dios" la mas grande. La Esclava del Señor, la que no tuvo otro deseo que el de hacer la voluntad de Dios.
También acudimos a San José, que empleó su vida en servir a Jesús y a María, llevando a cabo la tarea que Dios le había encomendado.
"La humildad es la respuesta o actitud del hombre ante la inmerecida y divina elección que Dios hizo de él para hacerlo hijo suyo en Cristo. "