viernes, 30 de mayo de 2008
jueves, 29 de mayo de 2008
Conclusiones de la Jornada Pastoral
El pasado Sábado 17 de Mayo de 2008, se realizó el primer encuentro de Delegados de Pastoral en las dependencias del colegio.
Invitados por la Hermana Andrea Cordero y Contando con la presencia de la Hermana Angélica Michalland quien dirige la Pastoral de Apoderados, nos reunimos junto a los coordinadores del área pastoral 2008 y terminando el encuentro en un almuerzo de camaradería.
Realizamos diversas dinámicas que nos ayudaron a conocernos entre nosotros y comprender qué es lo que esperamos nosotros mismos del equipo pastoral, en el marco de la conmemoración de los 150 años de la Congregación Filipense.
Conclusiones
¿Qué valores de San Felipe Neri reconoces en ti?
Amor
Humildad
Sencillez
Alegría
Solidaridad
Fe
Compromiso.
¿Cómo podemos practicar las enseñazas de San Felipe Neri?
Practicando en nosotros mismos en primer lugar, luego en nuestra comunidad y también con nuestra Iglesia
Poniendo en práctica la Oración
Escuchando y dando espacios de participación
Teniendo a Jesús como Centro de nuestra vida, nuestro eje.
Siendo testimonio de fe y vida evangelizando con el ejemplo.
¿Cómo celebramos los 150 años de la fundación de la congregación?
Jornada de conocimiento y espiritualidad entre Padres e Hijas organizado por niveles.
Feria de Valores, con carros alegóricos, solo unos pocos valores no más de tres pero bien tratados
Misa Interfilipenses Chile (2009)
Coro de niñas Filipenses
Carnaval del Amor (Concursos y bailes)
Frases de cierre de Jornada
La alegría de comprometerse
Pastoral, una parada en el ánimo
Camino de Esperanza
Viviendo la Fe Filipense
Amor y Alegría en el compromiso Filipense.
Invitados por la Hermana Andrea Cordero y Contando con la presencia de la Hermana Angélica Michalland quien dirige la Pastoral de Apoderados, nos reunimos junto a los coordinadores del área pastoral 2008 y terminando el encuentro en un almuerzo de camaradería.
Realizamos diversas dinámicas que nos ayudaron a conocernos entre nosotros y comprender qué es lo que esperamos nosotros mismos del equipo pastoral, en el marco de la conmemoración de los 150 años de la Congregación Filipense.
Conclusiones
¿Qué valores de San Felipe Neri reconoces en ti?
Amor
Humildad
Sencillez
Alegría
Solidaridad
Fe
Compromiso.
¿Cómo podemos practicar las enseñazas de San Felipe Neri?
Practicando en nosotros mismos en primer lugar, luego en nuestra comunidad y también con nuestra Iglesia
Poniendo en práctica la Oración
Escuchando y dando espacios de participación
Teniendo a Jesús como Centro de nuestra vida, nuestro eje.
Siendo testimonio de fe y vida evangelizando con el ejemplo.
¿Cómo celebramos los 150 años de la fundación de la congregación?
Jornada de conocimiento y espiritualidad entre Padres e Hijas organizado por niveles.
Feria de Valores, con carros alegóricos, solo unos pocos valores no más de tres pero bien tratados
Misa Interfilipenses Chile (2009)
Coro de niñas Filipenses
Carnaval del Amor (Concursos y bailes)
Frases de cierre de Jornada
La alegría de comprometerse
Pastoral, una parada en el ánimo
Camino de Esperanza
Viviendo la Fe Filipense
Amor y Alegría en el compromiso Filipense.
Material para Reunión de Junio: El Amor
“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.
Carta de San Pablo a los Corintios 13: 1-13
El amor es la virtud cristiana más grande y necesaria.
Modelar las expresiones del amor siguiendo el ejemplo dado por Cristo.
I. El amor es importante
II. Las características del amor.
III. El amor es eterno:
Introducción
Pablo insertó una lección sobre la naturaleza del amor de Dios que tiene su propio capítulo aparte, 1 Corintios 13. Se conoce como el “capítulo del amor”.
El tema del amor es tan importante que Pablo describió en detalle cómo Dios lo ve.
Al enfatizar tanto el amor. Pablo no estaba menospreciando la importancia de los dones; se dirigía a los cristianos cuya carnalidad y falta de entendimiento espiritual les hacía olvidar el motivo de los dones. Tenían que entender que el motivo de cualquier manifestación espiritual es muy importante, y que el único motivo aceptable es el amor. Los dones más espectaculares perderán su valor si se practican con orgullo. Si la persona que manifiesta un don tiene celos, dureza o enojo, no aprovechará nada para sí ni para los demás.
I. El amor es Importante
Es el camino más excelente:
Pablo quería que los corintios tuvieran tanto los dones espirituales como el amor. No es un caso de decidir entre, los dos. El amor es el "camino" más excelente" porque ayuda a descubrir cuáles son los "dones mejores". El amor muestra cuáles son los dones de mayor beneficio a otros espirituales.
B. Sin amor no hay nada
Sin amor, todo es inútil, inclusive los dones espirituales. Pablo hablaba en sentido figurado usando una hipérbole o exageración deliberada para recalcar algo, citando las alturas más extremas a las cuales los dones espirituales pueden llevar al creyente, y luego diciendo que sin el amor estos dones espirituales no serán útiles. Pablo citó los diversos dones de lenguas, profecía, ciencia, fe y ayuda, describiendo su uso con muchos detalles. En cada caso, él declaró que el don no tendría valor si no fuere motivado por el amor.
Pregunta: ¿Qué otro motivo aparte del amor puede hacer que la gente dé a los pobres?
Dar al pobre produce la admiración de todos, pero si un individuo iba al extremo de dar todo lo que tenia para alimentar a los pobres por orgullo o posición social, no tendría recompensa de Dios ("de nada me sirve").
II. Las características del amor
Como un diamante de muchas facetas, el amor tiene muchos aspectos. No se puede definir en pocas palabras. En los versículos 4-7 el Espíritu Santo da una descripción del amor que Dios desea ver manifestado en sus hijos. Algunas características del amor se presentan en forma positiva y explican lo que es el amor. Pablo enfatizó lo que el amor no es.
"El amor es sufrido, es benigno." En griego, la palabra traducida "sufrido" significa de "buen genio". Esta calidad de amor le dará al cristiano la capacidad de soportar con paciencia y sin reproche periodos largos de maltrato. El que es "sufrido" no se enojará ni se sentirá frustrado cuando los tiempos de prueba y tribulación sean largos.
"El amor no tiene envidia... no es jactancioso, no se envanece." Estas tres cualidades se relacionan de tal manera que una parece llevar a la otra. La envidia es casi un sinónimo de la codicia porque implica adorar las cosas materiales como si fueran ídolos. Una persona llena de amor puede ver a otros gozando de las cosas materiales y sentirse feliz por ellos, en vez de sentir rencor y desear riquezas para si solamente.
A veces la jactancia exagerada viene de la envidia. El que se jacta quiere comunicar el mensaje: "Yo soy mejor que esa persona no importa lo que tenga." Los que se jactan frecuentemente lo hacen sin pensar en los sentimientos de los demás. El amor pone freno a tal comportamiento para no hacer daño a otros con los elogios egoístas. La persona que tiene amor no desea parecer más importante que otros ni rebajarlos.
El amor "no hace nada indebido", es decir, no es descortés; tiene buenos modales. El amor reconoce que el comportamiento rudo y áspero ofende a otros, y los que tienen amor lo evitan.
El amor "no busca lo suyo." No es egoísta. Los que tienen amor se preocupan verdaderamente del bienestar y la comodidad de otros.
"No guarda rencor" quiere decir que el amor no toma nota de las injusticias, ya sean verdaderas o imaginarias. La persona controlada por el amor no ve ofensa ni insulto en cada acción o palabra de otra persona. El creyente controlado por el amor no interpreta todo para mal, especialmente lo que otros dicen de él o sus acciones respecto a él.
El amor "no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad". Cuando alguien está lleno de amor no disfruta al oír de los pecados de otros ni de los chismes. El amor encuentra su gozo cuando se exalta la verdad y las personas viven de acuerdo a las normas de Dios
El amor "todo lo sufre". La palabra griega traducida "sufrir" es sinónimo de "soportar". La idea es la de soportar algo a costo personal. El amor ayuda a limitar los legítimos derechos para hacer la obra del Señor. Al soportar todas las cosas uno también controla sus sentimientos bajo presión. Soportar significa permanecer firme durante el sufrimiento o desgracia sin darse por vencido. El amor da fortaleza y fe durante las pruebas para ver la mano de Dios en todo. Por esta razón no se lucha con amargura contra las circunstancias desagradables.
El amor "todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Creer todas las cosas no implica ser crédulo. En este contexto parece decir que el amor no es sospechoso ni cínico. Hace el esfuerzo por creer lo mejor, no lo peor, de los demás.
La capacidad del amor para mantener viva la esperanza hace que los creyentes sean alegres y optimistas, viendo el propósito de Dios en cada situación.
Hay cristianos que son verdaderos modelos del amor divino,' pero el ejemplo perfecto es Jesucristo.
III. El amor es eterno
El amor desempeña un papel tan importante en la relación con Dios y los demás que sin él todos los esfuerzos son inútiles. Los dones espirituales más visibles no pueden reemplazar el amor. Las obras más nobles pierden su significado si no son inspiradas por el amor.
Al comprender las características del amor de Dios, puede que se produzca el desánimo ante una norma que parece inalcanzable. Con la fuerza natural es imposible expresar fielmente el amor de esa manera, pero el amor es parte del fruto del Espíritu. No es algo que se puede crear ni adquirir por la fuerza de la voluntad diciendo: "Voy a tener amor." La clase de amor que describe este capítulo fluye sólo del Espíritu Santo. Es la clase de amor que Jesús tiene y crecerá en el creyente mientras viva en Él y se rinda al Espíritu. Cuando hay amor, no se anuncia. Todos lo ven en lo que hace y dice el que ama.
Lo primero que debemos entender es que su amor es eterno. No lo determina el tiempo ni el espacio. El me amó ayer y me ama hoy. Tenemos que buscar una mayor concepción del amor de Dios. Que aunque es simple, a la misma vez es tan profundo que muchos no lo han entendido.
Dios es amor, pero amor no es Dios. Porque si lo limitamos a un atributo, le estaríamos quitando su divinidad. Él es más que un atributo.
Él prolonga su amor por el hombre hasta que logra atraerlo. Él lo persigue con su amor hasta poder lograr su atención y devoción. Tampoco podemos olvidar que en su gran amor, un día juzgará a todos lo hombres por haber rechazado su amor.
Necesitamos expresar nuestro amor a Dios, aprender a amarlo con todas las fuerzas de nuestro corazón. Mucho del amor que demostramos es interesado; te amo si me amas. Jesús nos enseñó a amar, aún sin ser amados. El amor de Dios es un amor eterno por la raza perdida, el cual no se cansará de llamarla hasta que pueda decir: "tú sabes que te amo".
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.
Carta de San Pablo a los Corintios 13: 1-13
El amor es la virtud cristiana más grande y necesaria.
Modelar las expresiones del amor siguiendo el ejemplo dado por Cristo.
I. El amor es importante
II. Las características del amor.
III. El amor es eterno:
Introducción
Pablo insertó una lección sobre la naturaleza del amor de Dios que tiene su propio capítulo aparte, 1 Corintios 13. Se conoce como el “capítulo del amor”.
El tema del amor es tan importante que Pablo describió en detalle cómo Dios lo ve.
Al enfatizar tanto el amor. Pablo no estaba menospreciando la importancia de los dones; se dirigía a los cristianos cuya carnalidad y falta de entendimiento espiritual les hacía olvidar el motivo de los dones. Tenían que entender que el motivo de cualquier manifestación espiritual es muy importante, y que el único motivo aceptable es el amor. Los dones más espectaculares perderán su valor si se practican con orgullo. Si la persona que manifiesta un don tiene celos, dureza o enojo, no aprovechará nada para sí ni para los demás.
I. El amor es Importante
Es el camino más excelente:
Pablo quería que los corintios tuvieran tanto los dones espirituales como el amor. No es un caso de decidir entre, los dos. El amor es el "camino" más excelente" porque ayuda a descubrir cuáles son los "dones mejores". El amor muestra cuáles son los dones de mayor beneficio a otros espirituales.
B. Sin amor no hay nada
Sin amor, todo es inútil, inclusive los dones espirituales. Pablo hablaba en sentido figurado usando una hipérbole o exageración deliberada para recalcar algo, citando las alturas más extremas a las cuales los dones espirituales pueden llevar al creyente, y luego diciendo que sin el amor estos dones espirituales no serán útiles. Pablo citó los diversos dones de lenguas, profecía, ciencia, fe y ayuda, describiendo su uso con muchos detalles. En cada caso, él declaró que el don no tendría valor si no fuere motivado por el amor.
Pregunta: ¿Qué otro motivo aparte del amor puede hacer que la gente dé a los pobres?
Dar al pobre produce la admiración de todos, pero si un individuo iba al extremo de dar todo lo que tenia para alimentar a los pobres por orgullo o posición social, no tendría recompensa de Dios ("de nada me sirve").
II. Las características del amor
Como un diamante de muchas facetas, el amor tiene muchos aspectos. No se puede definir en pocas palabras. En los versículos 4-7 el Espíritu Santo da una descripción del amor que Dios desea ver manifestado en sus hijos. Algunas características del amor se presentan en forma positiva y explican lo que es el amor. Pablo enfatizó lo que el amor no es.
"El amor es sufrido, es benigno." En griego, la palabra traducida "sufrido" significa de "buen genio". Esta calidad de amor le dará al cristiano la capacidad de soportar con paciencia y sin reproche periodos largos de maltrato. El que es "sufrido" no se enojará ni se sentirá frustrado cuando los tiempos de prueba y tribulación sean largos.
"El amor no tiene envidia... no es jactancioso, no se envanece." Estas tres cualidades se relacionan de tal manera que una parece llevar a la otra. La envidia es casi un sinónimo de la codicia porque implica adorar las cosas materiales como si fueran ídolos. Una persona llena de amor puede ver a otros gozando de las cosas materiales y sentirse feliz por ellos, en vez de sentir rencor y desear riquezas para si solamente.
A veces la jactancia exagerada viene de la envidia. El que se jacta quiere comunicar el mensaje: "Yo soy mejor que esa persona no importa lo que tenga." Los que se jactan frecuentemente lo hacen sin pensar en los sentimientos de los demás. El amor pone freno a tal comportamiento para no hacer daño a otros con los elogios egoístas. La persona que tiene amor no desea parecer más importante que otros ni rebajarlos.
El amor "no hace nada indebido", es decir, no es descortés; tiene buenos modales. El amor reconoce que el comportamiento rudo y áspero ofende a otros, y los que tienen amor lo evitan.
El amor "no busca lo suyo." No es egoísta. Los que tienen amor se preocupan verdaderamente del bienestar y la comodidad de otros.
"No guarda rencor" quiere decir que el amor no toma nota de las injusticias, ya sean verdaderas o imaginarias. La persona controlada por el amor no ve ofensa ni insulto en cada acción o palabra de otra persona. El creyente controlado por el amor no interpreta todo para mal, especialmente lo que otros dicen de él o sus acciones respecto a él.
El amor "no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad". Cuando alguien está lleno de amor no disfruta al oír de los pecados de otros ni de los chismes. El amor encuentra su gozo cuando se exalta la verdad y las personas viven de acuerdo a las normas de Dios
El amor "todo lo sufre". La palabra griega traducida "sufrir" es sinónimo de "soportar". La idea es la de soportar algo a costo personal. El amor ayuda a limitar los legítimos derechos para hacer la obra del Señor. Al soportar todas las cosas uno también controla sus sentimientos bajo presión. Soportar significa permanecer firme durante el sufrimiento o desgracia sin darse por vencido. El amor da fortaleza y fe durante las pruebas para ver la mano de Dios en todo. Por esta razón no se lucha con amargura contra las circunstancias desagradables.
El amor "todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Creer todas las cosas no implica ser crédulo. En este contexto parece decir que el amor no es sospechoso ni cínico. Hace el esfuerzo por creer lo mejor, no lo peor, de los demás.
La capacidad del amor para mantener viva la esperanza hace que los creyentes sean alegres y optimistas, viendo el propósito de Dios en cada situación.
Hay cristianos que son verdaderos modelos del amor divino,' pero el ejemplo perfecto es Jesucristo.
III. El amor es eterno
El amor desempeña un papel tan importante en la relación con Dios y los demás que sin él todos los esfuerzos son inútiles. Los dones espirituales más visibles no pueden reemplazar el amor. Las obras más nobles pierden su significado si no son inspiradas por el amor.
Al comprender las características del amor de Dios, puede que se produzca el desánimo ante una norma que parece inalcanzable. Con la fuerza natural es imposible expresar fielmente el amor de esa manera, pero el amor es parte del fruto del Espíritu. No es algo que se puede crear ni adquirir por la fuerza de la voluntad diciendo: "Voy a tener amor." La clase de amor que describe este capítulo fluye sólo del Espíritu Santo. Es la clase de amor que Jesús tiene y crecerá en el creyente mientras viva en Él y se rinda al Espíritu. Cuando hay amor, no se anuncia. Todos lo ven en lo que hace y dice el que ama.
Lo primero que debemos entender es que su amor es eterno. No lo determina el tiempo ni el espacio. El me amó ayer y me ama hoy. Tenemos que buscar una mayor concepción del amor de Dios. Que aunque es simple, a la misma vez es tan profundo que muchos no lo han entendido.
Dios es amor, pero amor no es Dios. Porque si lo limitamos a un atributo, le estaríamos quitando su divinidad. Él es más que un atributo.
Él prolonga su amor por el hombre hasta que logra atraerlo. Él lo persigue con su amor hasta poder lograr su atención y devoción. Tampoco podemos olvidar que en su gran amor, un día juzgará a todos lo hombres por haber rechazado su amor.
Necesitamos expresar nuestro amor a Dios, aprender a amarlo con todas las fuerzas de nuestro corazón. Mucho del amor que demostramos es interesado; te amo si me amas. Jesús nos enseñó a amar, aún sin ser amados. El amor de Dios es un amor eterno por la raza perdida, el cual no se cansará de llamarla hasta que pueda decir: "tú sabes que te amo".
martes, 27 de mayo de 2008
ELEMENTOS NECESARIOS PARA LA CELEBRACIÓN DE LA MISA
Para celebrar la Misa el sacerdote que preside debe llevar una bata blanca que se llama "alba" y significa la pureza. El padre se ajusta el alba con un cordón denominado "cíngulo", el cual representa el dominio de sí. La especie de bufanda que se pone el sacerdote es la "estola", que representa el poder sacerdotal y que tiene origen en el manto de oración de los judíos; debe utilizarse cuando se administran sacramentos. El manto que utiliza el celebrante sobre el alba es la casulla (del latín casula o pequeña casa, es la vestidura exterior que utiliza el sacerdote para la celebración de la misa). Los colores de la casulla y de la estola varían según la época del año (o sea, según el tiempo litúrgico) o la fiesta que se celebre. Los ministros concelebrantes pueden también llevarla, aunque está permitido que sólo vistan alba y estola.
El altar debe estar cubierto con un mantel blanco digno y sobre él o cerca se colocan dos candeleros con velas encendidas. Puede haber flores (salvo en Cuaresma) aunque el criterio es que la ornamentación del altar sea siempre moderada y que no se impida su visión por el pueblo. Además debe haber una Cruz con la imagen de Cristo, o bien sobre el Altar o en un lugar cercano y visible. También se debe seguir el criterio de que sólo debe haber sobre el Altar los objetos que se vayan a utilizar en ese momento, debiendo retirarse cuando no se necesiten.
El Misal es el libro que se necesita para celebrar y contiene las oraciones de la Misa y las partes comunes, con sus distintos formularios. El misal recuerda el libro judío que contiene el Seder o ritual de la pascua, libro denominado Hagadá. Se coloca sobre un "atril" en el altar o sobre un cojín.
En el ambón estará el Leccionario, con las lecturas del día. También puede estar el libro de la Oración de los fieles.
En la credencia debe estar el cáliz cubierto con un velo, (palia), patena (El plato plano que se coloca sobre el cáliz es la patena ) con hostia, corporal (pieza de lino cuadrada y blanca sobre la cual reposa el caliz y la hostia durante la misa), purificador (La especie de pañuelo que se coloca sobre el cáliz es el "purificador"), vinajeras con vino y agua, jarrita con agua, aguamanil y toalla pequeña, platillo de comunión y la llave del sagrario o tabernáculo.
Al momento de comenzar la liturgia eucarística el acólito acercará al Altar el cáliz, con la patena y la hostia, cubierto con el purificador y el corporal así como las vinajeras con vino y agua. Una vez preparados los dones, retirará las vinajeras.
El turiferario ofrecerá el incensario al sacerdote en los momentos oportunos. El incienso siempre lo pondrá en sacerdote.
El toque de campanillas, hoy en desuso, puede hacerse al acabar el Sanctus y durante la ostensión del cáliz y de la hostia recién consagrada. También puede hacerse al terminar la consagración.
Tras la comunión se retiran los vasos sagrados y se purifican en la credencia. Si hay bendición con el Santísimo deberá estar previsto el humeral (paño de hombros para coger la custodia) y el ostensorio o custodia.
El pan a consagrar debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente. No se pueden usar cereales distintos del trigo. Sería un abuso grave introducir en su fabricación frutas, azúcar o miel.
Las hostias deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboración y que dispongan de los instrumentos adecuados. Las fracciones del pan eucarístico deben ser repartidas entre los fieles, pero cuando el número de estos excede las fracciones se deben usar sobre todo hostias pequeñas.
El vino del Sacrificio debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de agua. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género.
El altar debe estar cubierto con un mantel blanco digno y sobre él o cerca se colocan dos candeleros con velas encendidas. Puede haber flores (salvo en Cuaresma) aunque el criterio es que la ornamentación del altar sea siempre moderada y que no se impida su visión por el pueblo. Además debe haber una Cruz con la imagen de Cristo, o bien sobre el Altar o en un lugar cercano y visible. También se debe seguir el criterio de que sólo debe haber sobre el Altar los objetos que se vayan a utilizar en ese momento, debiendo retirarse cuando no se necesiten.
El Misal es el libro que se necesita para celebrar y contiene las oraciones de la Misa y las partes comunes, con sus distintos formularios. El misal recuerda el libro judío que contiene el Seder o ritual de la pascua, libro denominado Hagadá. Se coloca sobre un "atril" en el altar o sobre un cojín.
En el ambón estará el Leccionario, con las lecturas del día. También puede estar el libro de la Oración de los fieles.
En la credencia debe estar el cáliz cubierto con un velo, (palia), patena (El plato plano que se coloca sobre el cáliz es la patena ) con hostia, corporal (pieza de lino cuadrada y blanca sobre la cual reposa el caliz y la hostia durante la misa), purificador (La especie de pañuelo que se coloca sobre el cáliz es el "purificador"), vinajeras con vino y agua, jarrita con agua, aguamanil y toalla pequeña, platillo de comunión y la llave del sagrario o tabernáculo.
Al momento de comenzar la liturgia eucarística el acólito acercará al Altar el cáliz, con la patena y la hostia, cubierto con el purificador y el corporal así como las vinajeras con vino y agua. Una vez preparados los dones, retirará las vinajeras.
El turiferario ofrecerá el incensario al sacerdote en los momentos oportunos. El incienso siempre lo pondrá en sacerdote.
El toque de campanillas, hoy en desuso, puede hacerse al acabar el Sanctus y durante la ostensión del cáliz y de la hostia recién consagrada. También puede hacerse al terminar la consagración.
Tras la comunión se retiran los vasos sagrados y se purifican en la credencia. Si hay bendición con el Santísimo deberá estar previsto el humeral (paño de hombros para coger la custodia) y el ostensorio o custodia.
El pan a consagrar debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente. No se pueden usar cereales distintos del trigo. Sería un abuso grave introducir en su fabricación frutas, azúcar o miel.
Las hostias deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboración y que dispongan de los instrumentos adecuados. Las fracciones del pan eucarístico deben ser repartidas entre los fieles, pero cuando el número de estos excede las fracciones se deben usar sobre todo hostias pequeñas.
El vino del Sacrificio debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de agua. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género.
viernes, 2 de mayo de 2008
Retiro Espiritual Delegados de Pastoral
San Felipe Neri "Ruega por nosotros"
Aparición de la Virgen y curación
San Felipe Neri1515-1595
Apóstol de Roma
26 de Mayo
Patrón de educadores y humoristas.
Fundador del oratorio en Roma
"El hombre busca la felicidad, pero nada de este mundo puede dársela. La felicidad es el fruto sobrenatural de la presencia de Dios en el alma. Es la felicidad de los santos. Ellos la viven en las mas adversas circunstancias y nada ni nadie se las puede quitar".
San Felipe Neri ilustra admirablemente la felicidad de la santidad. Dispuesto a todo por Cristo, logró maravillas en su vida y la gloria del cielo.
Nació en Florencia, Italia, en 1515, uno de cuatro hijos del notario Francesco y Lucretia Neri. Muy pronto perdieron a su madre pero la segunda esposa de su padre fue para ellos una verdadera madre.
Desde pequeño Felipe era afable, obediente y amante de la oración. En su juventud le gustaba visitar a los padre dominicos del Monasterio de San Marco y según su propio testimonio estos padres le inspiraron a la virtud.
A los 17 años lo enviaron a San Germano, cerca de Monte Casino, como aprendiz de Romolo, un mercante primo de su padre. Su estancia ahí no fue muy prolongarla, ya que al poco tiempo tuvo Felipe la experiencia mística que él llamaría, más tarde, su "conversión" y, desde ese momento, dejaron de interesarle los negocios. Partió a Roma, sin dinero y sin ningún proyecto, confiado únicamente en la Providencia. En la Ciudad Eterna se hospedó en la casa de un aduanero florentino llamado Galeotto Caccia. quien le cedió una buhardilla y le dio lo necesario para comer a cambio de que educase a sus hijos, los cuales -según el testimonio de su propia madre y de una tía -se portaban como ángeles bajo la dirección del santo.. Felipe no necesitaba gran cosa, ya que sólo se alimentaba una vez al día y su dieta se reducía a pan, aceitunas y agua. En su habitación no había más que la cama, una silla, unos cuantos libros y una cuerda para colgar la ropa.
Fuera del tiempo que consagraba a la enseñanza, Felipe vivió como un anacoreta, los dos primeros años que pasó en Roma, entregado día y noche a la oración. Fue ese un período de preparación interior, en el que se fortaleció su vida espiritual y se confirmó en su deseo de servir a Dios. Al cabo de esos dos años, Felipe hizo sus estudios de filosofía y teología en la Sapienza y en Sant'Agostino. Era muy devoto al estudio, sin embargo le costaba concentrarse en ellos porque su mente se absorbía en el amor de Dios, especialmente al contemplar el crucifijo. El comprendía que Jesús, fuente de toda la sabiduría de la filosofía y teología le llenaba el alma en el silencio de la oración. A los tres años de estudio, cuando el tesón y el éxito con que había trabajado abrían ante él una brillante carrera, Felipe abandonó súbitamente los estudios. Movido probablemente por una inspiración divina, vendió la mayor parte de sus libros y se consagró al apostolado.
La vida religiosa del pueblo de Roma dejaba mucho que desear, graves abusos abundaban en la Iglesia; todo el mundo lo reconocía pero muy poco se hacía para remediarlo. En el Colegio cardenalicio gobernaban los Medici, de suerte que muchos cardenales se comportaban más bien como príncipes seculares que como eclesiásticos. El renacimiento de los estudios clásicos había sustituido los ideales cristianos por los paganos, con el consiguiente debilitamiento de la fe y el descenso del nivel moral. El clero había caído en la indiferencia, cuando no en la corrupción; la mayoría de los sacerdotes no celebraba la misa sino rara vez, dejaba arruinarse las iglesias y se desentendía del cuidado espiritual de los fieles. El pueblo, por ende, se había alejado de Dios. La obra de San Felipe habría de consistir en reevangelizar la ciudad de Roma y lo hizo con tal éxito, que un día se le llamaría "el Apóstol de Roma".
Los comienzos fueron modestos. Felipe iba a la calle o al mercado y empezaba a conversar con las gentes. Particularmente con los empleados de los bancos y las tiendas del barrio de Sant'Angelo. Corno era muy simpático y tenía un buen sentido del humor, no le costaba trabajo entablar conversación, en el curso de la cual dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del amor de Dios o del estado espiritual de sus interlocutores. Así fue logrando, poco a poco, que numerosas personas cambiasen de vida. El santo acostumbraba saludar a sus amigos con estas palabras: "Y bien, hermanos, ¿cuándo vamos a empezar a ser mejores?" Si éstos le preguntaban qué debían hacer para mejorar, el santo los llevaba consigo a cuidar a los enfermos de los hospitales y a visitar las siete iglesias, que era una de sus devociones favoritas.
Felipe consagraba el día entero al apostolado; pero al atardecer, se retiraba a la soledad para entrar en profunda oración y, con frecuencia, pasaba la noche en el pórtico de alguna iglesia, o en las catacumbas de San Sebastián, junto a la Vía Appia. Se hallaba ahí, precisamente, la víspera se Pentecostés de 1544, pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al suelo, corno derribado y exclamó con acento de dolor: ¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!" Cuando recuperó plenamente la conciencia, descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un puño; pero jamás-le causó dolor alguno. A partir de entonces, San Felipe experimentaba tales accesos de amor de Dios, que todo su cuerpo se estremecía. A menudo tenía que descubrirse el pecho para aliviar un poco el ardor que lo consumía; y rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no morir de gozo. Tan fuertes era las palpitaciones de su corazón que otros podían oirlas y sentir sus palpitaciones, especialmente años mas tarde, cuando como sacerdote, celebraba La Santa Misa, confesaba o predicaba. Había también un resplandor celestial que desde su corazón emanaba calor. Tras su muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló que tenía dos costillas rotas y que éstas se habían arqueado para dejar más sitio al corazón.
San Felipe, habiendo recibido tanto, se entregaba plenamente a las obras corporales de misericordia. En 1548, con la ayuda del P. Persiano Rossa, su confesor, que vivía en San Girolamo della Carita y unos 15 laicos, San Felipe fundó la Cofradía de la Santísima Trinidad, conocida como la cofradía de los pobres, que se reunía para los ejercicios espirituales en la iglesia de San Salvatore in Campo. Dicha cofradía, que se encargaba de socorrer a los peregrinos necesitados, ayudó a San Felipe a difundir la devoción de las cuarenta horas (adoración Eucarística), durante las cuales solía dar breves reflexiones llenas de amor que conmovían a todos. Dios bendijo el trabajo de la cofradía y que pronto fundó el célebre hospital de Santa Trinita dei Pellegrini; en el año jubilar de 1575, los miembros de la cofradía atendieron ahí a 145,000 peregrinos y se encargaron, más tarde, de cuidar a los pobres durante la convalescencia. Así pues, a los treinta y cuatro años de edad, San Felipe había hecho ya grandes cosas.
Sacerdote
Su confesor estaba persuadido de que Felipe haría cosas todavía mayores si recibía la ordenación sacerdotal. Aunque el santo se resistía a ello, por humildad, acabó por seguir el consejo de su confesor. El 23 de mayo de 1551 recibió las órdenes sagradas. Tenía 36 años. Fue a vivir con el P. Rossa y otros sacerdotes a San Girolamo della Carita. A partir de ese momento, ejerció el apostolado sobre todo en el confesonario, en el que se sentaba desde la madrugada hasta mediodía, algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social. El santo tenía el poder de leer el pensamiento de sus penitentes y logró numerosas conversiones. Con paciencia analizaba cada pecado y con gran sabiduría prescribía el remedio. Con gentileza y gran compasión guiaba a los penitentes en el camino de la santidad. Enseñó a sus penitentes el valor de la mortificación y las prácticas ayudasen a crecer en humildad. Algunos recibían de penitencia mendigar por alimentos u otras prácticas de humillación. Uno de los beneficios de la guerra contra el ego es que abre la puerta a la oración. Decía: "Un hombre sin oración es un animal sin razón". Enseñaba la importancia de llenar la mente con pensamientos santos y pensaba que para lograrlo se debía hacer lectura espiritual, especialmente de los santos.
Celebraba con gran devoción la misa diaria cosa que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba el éxtasis durante la misa y se le observó levitando en algunas ocasiones. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última misa del día, en la que había menos personas.
Conversaciones espirituales
Consideraba que era muy importante la formación. Para ayudar en el crecimiento espiritual, organizaba conversaciones espirituales en las que se oraba y se leían las vidas de los santos y misioneros. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas. Eran tantos los que asistían a las conversaciones espirituales que en la iglesia de San Girolamo se construyó una gran sala para las conferencias de San Felipe y varios sacerdotes empezaron a ayudarle en la obra. El pueblo los llamaba "los Oratorianos", porque tocaban la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Las reuniones fueron tomando estructura con oración mental, lectura del Evangelio, comentario, lectura de los santos, historia de la Iglesia y música. Músicos, incluso Giovanni Palestrina, asistieron y escribieron música para las reuniones. Los resultados fueron extraordinarios. Muchos miembros prominentes de la curia asistieron a lo que se llamaba "el oratorio".
El ejemplo de la vida y muerte heroicas de San Francisco Javier movió a San Felipe a ofrecerse como voluntario para las misiones; quiso irse a la India y unos veinte compañeros del oratorio compartían la idea. En 1557 consultó con el Padre Agustín Ghettini, un santo monje cisterciense. Después de varios días de oración, el patrón especial del Padre Ghettini, San Juan Evangelista, se le apareció y le informó que la India de Felipe sería Roma. El santo se atuvo a su consejo poniendo en Roma toda su atención.
Una de sus preocupaciones eran los carnavales en que, con el pretexto de "prepararse" para la cuaresma, se daban al libertinage. San Felipe propuso la santa diversión de visitar siete iglesias de la ciudad, una peregrinación de unas doce millas, orando, cantando y con un almuerzo al aire libre.
San Felipe tuvo muchos éxitos pero también gran oposición. Uno de estos fue el cardenal Rosaro, vicario del Papa Pablo IV. El santo fue llamado ante el cardenal acusado de formar una secta. Se le prohibió confesar y tener mas reuniones o peregrinaciones. Su pronta y completa obediencia edificó a sus simpatizantes. El santo comprendía que era Dios quien le probaba y que la solución era la oración.
El cardenal Rosario murió repentinamente. El santo no guardó ningún resentimiento hacia el cardenal ni permitía la menor crítica contra este.
La Congregación del Oratorio (Los oratorianos)
En 1564 el Papa Pío IV pidió a San Felipe que asumiera la responsabilidad por la Iglesia de San Giovanni de los Florentinos. Fueron entonces ordenados tres de sus propios discípulos quienes también fueron a San Juan. Vivían y oraban en comunidad, bajo la dirección de San Felipe. El santo redactó una regla muy sencilla para sus jóvenes discípulos, entre los cuales se contaba el futuro historiador Baronio.
Con la bendición del Papa Gregorio XII, San Felipe y sus colaboradores adquirieron, en 1575, su propia Iglesia, Santa María de Vallicella. El Papa aprobó formalmente la Congregación del Oratorio. Era única en que los sacerdotes son seculares que viven en comunidad pero sin votos. Los miembros retenían sus propiedades pero debían contribuir en los gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar la Congregación para unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos. Es de notar que, aunque la congregación florecía a la sombra del Vaticano, no recibió el reconocimiento final de sus constituciones hasta 17 años después de la muerte de su fundador, en 1612.
La Iglesia de Santa María in Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado pequeña. San Felipe fue además avisado en una visión que la Iglesia estaba a punto del derrumbe, siendo sostenida por la Virgen. El santo decidió demolerla y construir una más grande. Resultó que los obreros encontraron la viga principal estaba desconectada de todo apoyo. Bajo la dirección de San Felipe la excavación comenzó en el lugar donde una antigua fundación yacía escondida. Estas ruinas proveyeron la necesaria fundación para una porción de la nueva Iglesia y suficiente piedra para el resto de la base. En menos de dos años los padres se mudaron a la "Chiesa Nuova". El Papa, San Carlos Borromeo y otros distinguidos personajes de Roma contribuyeron a la obra con generosas limosnas. San Felipe tenía por amigos a varios cardenales y príncipes. Lo estimaban por su gran sentido del humor y su humildad, virtud que buscaba inculcar en sus discípulos.
Fue siempre de salud delicada. En cierta ocasión, la Santísima Virgen se le apareció y le curó de una enfermedad de la vesícula. El suceso aconteció así: el santo había casi perdido el conocimiento, cuando súbitamente se incorporó, abrió los brazos v exclamó: "¡Mi hermosa Señora! "Mi santa Señora!" El médico que le asistía le tomó por el brazo, pero San Felipe le dijo: "Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme". Después, cayó en la cuenta de que había varios testigos y escondió el rostro entre las sábanas, como un niño, pues no le gustaba que le tomasen por santo.
Dones extraordinarios.
San Felipe tenía el don de curación, devolviéndole la salud a muchos enfermos. También, en diversas ocasiones, predijo el porvenir. Vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes éxtasis. Quienes lo vieron en éxtasis dieron testimonio de que su rostro brillaba con una luz celestial.
Ultimos años
Durante sus últimos años fueron muchos los cardenales que lo tenían como consejero. Sufrió varias enfermedades y dos años antes de morir logró renunciar a su cargo de superior, siendo sustituido por Baronio.
Obtuvo permiso de celebrar diariamente la misa en el pequeño oratorio que estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente era arrebatado en éxtasis durante la misa, los asistentes acabaron por tomar la costumbre de retirarse al "Agnus Dei". El acólito hacía lo mismo. Después de apagar los cirios, encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San Felipe estaba celebrando todavía; dos horas después volvía el acólito, encendía de nuevo los cirios y la misa continuaba.
El día de Corpus Christi, 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Confesó durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: "A fin de cuentas, hay que morir". Hacia medianoche sufrió un ataque tan agudo, que se convocó a la comunidad. Baronio, después de leer las oraciones de los agonizantes, le pidió que se despidiese de sus hijos y los bendijese. El santo, que ya no podía hablar, levantó la mano para dar la bendición y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera.
San Felipe fue canonizado en 1622.
El cuerpo incorrupto de San Felipe esta en la iglesia de Santa María en Vallicella, bajo un hermoso mosaico de su visión de la Virgen María de 1594.
DICHOS DE SAN FELIPE
"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere;
quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide;
quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace"
-San Felipe Neri
"Como es posible que alguien que cree en Dios
pueda amar algo fuera de Él".
-San Felipe Neri
"¿Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado a amarte,
por qué me diste tan solo un corazón y este tan pequeño?"
-San Felipe Neri
San Felipe Neri1515-1595
Apóstol de Roma
26 de Mayo
Patrón de educadores y humoristas.
Fundador del oratorio en Roma
"El hombre busca la felicidad, pero nada de este mundo puede dársela. La felicidad es el fruto sobrenatural de la presencia de Dios en el alma. Es la felicidad de los santos. Ellos la viven en las mas adversas circunstancias y nada ni nadie se las puede quitar".
San Felipe Neri ilustra admirablemente la felicidad de la santidad. Dispuesto a todo por Cristo, logró maravillas en su vida y la gloria del cielo.
Nació en Florencia, Italia, en 1515, uno de cuatro hijos del notario Francesco y Lucretia Neri. Muy pronto perdieron a su madre pero la segunda esposa de su padre fue para ellos una verdadera madre.
Desde pequeño Felipe era afable, obediente y amante de la oración. En su juventud le gustaba visitar a los padre dominicos del Monasterio de San Marco y según su propio testimonio estos padres le inspiraron a la virtud.
A los 17 años lo enviaron a San Germano, cerca de Monte Casino, como aprendiz de Romolo, un mercante primo de su padre. Su estancia ahí no fue muy prolongarla, ya que al poco tiempo tuvo Felipe la experiencia mística que él llamaría, más tarde, su "conversión" y, desde ese momento, dejaron de interesarle los negocios. Partió a Roma, sin dinero y sin ningún proyecto, confiado únicamente en la Providencia. En la Ciudad Eterna se hospedó en la casa de un aduanero florentino llamado Galeotto Caccia. quien le cedió una buhardilla y le dio lo necesario para comer a cambio de que educase a sus hijos, los cuales -según el testimonio de su propia madre y de una tía -se portaban como ángeles bajo la dirección del santo.. Felipe no necesitaba gran cosa, ya que sólo se alimentaba una vez al día y su dieta se reducía a pan, aceitunas y agua. En su habitación no había más que la cama, una silla, unos cuantos libros y una cuerda para colgar la ropa.
Fuera del tiempo que consagraba a la enseñanza, Felipe vivió como un anacoreta, los dos primeros años que pasó en Roma, entregado día y noche a la oración. Fue ese un período de preparación interior, en el que se fortaleció su vida espiritual y se confirmó en su deseo de servir a Dios. Al cabo de esos dos años, Felipe hizo sus estudios de filosofía y teología en la Sapienza y en Sant'Agostino. Era muy devoto al estudio, sin embargo le costaba concentrarse en ellos porque su mente se absorbía en el amor de Dios, especialmente al contemplar el crucifijo. El comprendía que Jesús, fuente de toda la sabiduría de la filosofía y teología le llenaba el alma en el silencio de la oración. A los tres años de estudio, cuando el tesón y el éxito con que había trabajado abrían ante él una brillante carrera, Felipe abandonó súbitamente los estudios. Movido probablemente por una inspiración divina, vendió la mayor parte de sus libros y se consagró al apostolado.
La vida religiosa del pueblo de Roma dejaba mucho que desear, graves abusos abundaban en la Iglesia; todo el mundo lo reconocía pero muy poco se hacía para remediarlo. En el Colegio cardenalicio gobernaban los Medici, de suerte que muchos cardenales se comportaban más bien como príncipes seculares que como eclesiásticos. El renacimiento de los estudios clásicos había sustituido los ideales cristianos por los paganos, con el consiguiente debilitamiento de la fe y el descenso del nivel moral. El clero había caído en la indiferencia, cuando no en la corrupción; la mayoría de los sacerdotes no celebraba la misa sino rara vez, dejaba arruinarse las iglesias y se desentendía del cuidado espiritual de los fieles. El pueblo, por ende, se había alejado de Dios. La obra de San Felipe habría de consistir en reevangelizar la ciudad de Roma y lo hizo con tal éxito, que un día se le llamaría "el Apóstol de Roma".
Los comienzos fueron modestos. Felipe iba a la calle o al mercado y empezaba a conversar con las gentes. Particularmente con los empleados de los bancos y las tiendas del barrio de Sant'Angelo. Corno era muy simpático y tenía un buen sentido del humor, no le costaba trabajo entablar conversación, en el curso de la cual dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del amor de Dios o del estado espiritual de sus interlocutores. Así fue logrando, poco a poco, que numerosas personas cambiasen de vida. El santo acostumbraba saludar a sus amigos con estas palabras: "Y bien, hermanos, ¿cuándo vamos a empezar a ser mejores?" Si éstos le preguntaban qué debían hacer para mejorar, el santo los llevaba consigo a cuidar a los enfermos de los hospitales y a visitar las siete iglesias, que era una de sus devociones favoritas.
Felipe consagraba el día entero al apostolado; pero al atardecer, se retiraba a la soledad para entrar en profunda oración y, con frecuencia, pasaba la noche en el pórtico de alguna iglesia, o en las catacumbas de San Sebastián, junto a la Vía Appia. Se hallaba ahí, precisamente, la víspera se Pentecostés de 1544, pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al suelo, corno derribado y exclamó con acento de dolor: ¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!" Cuando recuperó plenamente la conciencia, descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un puño; pero jamás-le causó dolor alguno. A partir de entonces, San Felipe experimentaba tales accesos de amor de Dios, que todo su cuerpo se estremecía. A menudo tenía que descubrirse el pecho para aliviar un poco el ardor que lo consumía; y rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no morir de gozo. Tan fuertes era las palpitaciones de su corazón que otros podían oirlas y sentir sus palpitaciones, especialmente años mas tarde, cuando como sacerdote, celebraba La Santa Misa, confesaba o predicaba. Había también un resplandor celestial que desde su corazón emanaba calor. Tras su muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló que tenía dos costillas rotas y que éstas se habían arqueado para dejar más sitio al corazón.
San Felipe, habiendo recibido tanto, se entregaba plenamente a las obras corporales de misericordia. En 1548, con la ayuda del P. Persiano Rossa, su confesor, que vivía en San Girolamo della Carita y unos 15 laicos, San Felipe fundó la Cofradía de la Santísima Trinidad, conocida como la cofradía de los pobres, que se reunía para los ejercicios espirituales en la iglesia de San Salvatore in Campo. Dicha cofradía, que se encargaba de socorrer a los peregrinos necesitados, ayudó a San Felipe a difundir la devoción de las cuarenta horas (adoración Eucarística), durante las cuales solía dar breves reflexiones llenas de amor que conmovían a todos. Dios bendijo el trabajo de la cofradía y que pronto fundó el célebre hospital de Santa Trinita dei Pellegrini; en el año jubilar de 1575, los miembros de la cofradía atendieron ahí a 145,000 peregrinos y se encargaron, más tarde, de cuidar a los pobres durante la convalescencia. Así pues, a los treinta y cuatro años de edad, San Felipe había hecho ya grandes cosas.
Sacerdote
Su confesor estaba persuadido de que Felipe haría cosas todavía mayores si recibía la ordenación sacerdotal. Aunque el santo se resistía a ello, por humildad, acabó por seguir el consejo de su confesor. El 23 de mayo de 1551 recibió las órdenes sagradas. Tenía 36 años. Fue a vivir con el P. Rossa y otros sacerdotes a San Girolamo della Carita. A partir de ese momento, ejerció el apostolado sobre todo en el confesonario, en el que se sentaba desde la madrugada hasta mediodía, algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social. El santo tenía el poder de leer el pensamiento de sus penitentes y logró numerosas conversiones. Con paciencia analizaba cada pecado y con gran sabiduría prescribía el remedio. Con gentileza y gran compasión guiaba a los penitentes en el camino de la santidad. Enseñó a sus penitentes el valor de la mortificación y las prácticas ayudasen a crecer en humildad. Algunos recibían de penitencia mendigar por alimentos u otras prácticas de humillación. Uno de los beneficios de la guerra contra el ego es que abre la puerta a la oración. Decía: "Un hombre sin oración es un animal sin razón". Enseñaba la importancia de llenar la mente con pensamientos santos y pensaba que para lograrlo se debía hacer lectura espiritual, especialmente de los santos.
Celebraba con gran devoción la misa diaria cosa que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba el éxtasis durante la misa y se le observó levitando en algunas ocasiones. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última misa del día, en la que había menos personas.
Conversaciones espirituales
Consideraba que era muy importante la formación. Para ayudar en el crecimiento espiritual, organizaba conversaciones espirituales en las que se oraba y se leían las vidas de los santos y misioneros. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas. Eran tantos los que asistían a las conversaciones espirituales que en la iglesia de San Girolamo se construyó una gran sala para las conferencias de San Felipe y varios sacerdotes empezaron a ayudarle en la obra. El pueblo los llamaba "los Oratorianos", porque tocaban la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Las reuniones fueron tomando estructura con oración mental, lectura del Evangelio, comentario, lectura de los santos, historia de la Iglesia y música. Músicos, incluso Giovanni Palestrina, asistieron y escribieron música para las reuniones. Los resultados fueron extraordinarios. Muchos miembros prominentes de la curia asistieron a lo que se llamaba "el oratorio".
El ejemplo de la vida y muerte heroicas de San Francisco Javier movió a San Felipe a ofrecerse como voluntario para las misiones; quiso irse a la India y unos veinte compañeros del oratorio compartían la idea. En 1557 consultó con el Padre Agustín Ghettini, un santo monje cisterciense. Después de varios días de oración, el patrón especial del Padre Ghettini, San Juan Evangelista, se le apareció y le informó que la India de Felipe sería Roma. El santo se atuvo a su consejo poniendo en Roma toda su atención.
Una de sus preocupaciones eran los carnavales en que, con el pretexto de "prepararse" para la cuaresma, se daban al libertinage. San Felipe propuso la santa diversión de visitar siete iglesias de la ciudad, una peregrinación de unas doce millas, orando, cantando y con un almuerzo al aire libre.
San Felipe tuvo muchos éxitos pero también gran oposición. Uno de estos fue el cardenal Rosaro, vicario del Papa Pablo IV. El santo fue llamado ante el cardenal acusado de formar una secta. Se le prohibió confesar y tener mas reuniones o peregrinaciones. Su pronta y completa obediencia edificó a sus simpatizantes. El santo comprendía que era Dios quien le probaba y que la solución era la oración.
El cardenal Rosario murió repentinamente. El santo no guardó ningún resentimiento hacia el cardenal ni permitía la menor crítica contra este.
La Congregación del Oratorio (Los oratorianos)
En 1564 el Papa Pío IV pidió a San Felipe que asumiera la responsabilidad por la Iglesia de San Giovanni de los Florentinos. Fueron entonces ordenados tres de sus propios discípulos quienes también fueron a San Juan. Vivían y oraban en comunidad, bajo la dirección de San Felipe. El santo redactó una regla muy sencilla para sus jóvenes discípulos, entre los cuales se contaba el futuro historiador Baronio.
Con la bendición del Papa Gregorio XII, San Felipe y sus colaboradores adquirieron, en 1575, su propia Iglesia, Santa María de Vallicella. El Papa aprobó formalmente la Congregación del Oratorio. Era única en que los sacerdotes son seculares que viven en comunidad pero sin votos. Los miembros retenían sus propiedades pero debían contribuir en los gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar la Congregación para unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos. Es de notar que, aunque la congregación florecía a la sombra del Vaticano, no recibió el reconocimiento final de sus constituciones hasta 17 años después de la muerte de su fundador, en 1612.
La Iglesia de Santa María in Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado pequeña. San Felipe fue además avisado en una visión que la Iglesia estaba a punto del derrumbe, siendo sostenida por la Virgen. El santo decidió demolerla y construir una más grande. Resultó que los obreros encontraron la viga principal estaba desconectada de todo apoyo. Bajo la dirección de San Felipe la excavación comenzó en el lugar donde una antigua fundación yacía escondida. Estas ruinas proveyeron la necesaria fundación para una porción de la nueva Iglesia y suficiente piedra para el resto de la base. En menos de dos años los padres se mudaron a la "Chiesa Nuova". El Papa, San Carlos Borromeo y otros distinguidos personajes de Roma contribuyeron a la obra con generosas limosnas. San Felipe tenía por amigos a varios cardenales y príncipes. Lo estimaban por su gran sentido del humor y su humildad, virtud que buscaba inculcar en sus discípulos.
Fue siempre de salud delicada. En cierta ocasión, la Santísima Virgen se le apareció y le curó de una enfermedad de la vesícula. El suceso aconteció así: el santo había casi perdido el conocimiento, cuando súbitamente se incorporó, abrió los brazos v exclamó: "¡Mi hermosa Señora! "Mi santa Señora!" El médico que le asistía le tomó por el brazo, pero San Felipe le dijo: "Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme". Después, cayó en la cuenta de que había varios testigos y escondió el rostro entre las sábanas, como un niño, pues no le gustaba que le tomasen por santo.
Dones extraordinarios.
San Felipe tenía el don de curación, devolviéndole la salud a muchos enfermos. También, en diversas ocasiones, predijo el porvenir. Vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes éxtasis. Quienes lo vieron en éxtasis dieron testimonio de que su rostro brillaba con una luz celestial.
Ultimos años
Durante sus últimos años fueron muchos los cardenales que lo tenían como consejero. Sufrió varias enfermedades y dos años antes de morir logró renunciar a su cargo de superior, siendo sustituido por Baronio.
Obtuvo permiso de celebrar diariamente la misa en el pequeño oratorio que estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente era arrebatado en éxtasis durante la misa, los asistentes acabaron por tomar la costumbre de retirarse al "Agnus Dei". El acólito hacía lo mismo. Después de apagar los cirios, encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San Felipe estaba celebrando todavía; dos horas después volvía el acólito, encendía de nuevo los cirios y la misa continuaba.
El día de Corpus Christi, 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Confesó durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: "A fin de cuentas, hay que morir". Hacia medianoche sufrió un ataque tan agudo, que se convocó a la comunidad. Baronio, después de leer las oraciones de los agonizantes, le pidió que se despidiese de sus hijos y los bendijese. El santo, que ya no podía hablar, levantó la mano para dar la bendición y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera.
San Felipe fue canonizado en 1622.
El cuerpo incorrupto de San Felipe esta en la iglesia de Santa María en Vallicella, bajo un hermoso mosaico de su visión de la Virgen María de 1594.
DICHOS DE SAN FELIPE
"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere;
quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide;
quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace"
-San Felipe Neri
"Como es posible que alguien que cree en Dios
pueda amar algo fuera de Él".
-San Felipe Neri
"¿Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado a amarte,
por qué me diste tan solo un corazón y este tan pequeño?"
-San Felipe Neri
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